Exposición “Lucebert, arte y poesía” en la Sala Princesa Zaida
El Museo Provincial de Cuenca presenta “Lucebert, poesía y pintura”, una muestra sobre el artista neerlandés del grupo CoBrA. Del 28 de octubre al 25 de enero.
La Sala Princesa Zaida del Museo Provincial de Cuenca acoge desde el martes 28 de octubre de 2025 la exposición “Lucebert. Poesía, arte y pintura de un artista revolucionario”, una muestra dedicada al pintor y poeta neerlandés Lucebert —seudónimo de Lubertus Jacobus Swaanswijk—, en colaboración con la Fundación Antonio Pérez. La exposición podrá visitarse hasta el 25 de enero de 2026, con entrada libre.
Lucebert (Ámsterdam, 1924 – Alkmaar, 1994) fue una de las figuras más singulares del arte europeo de posguerra. Miembro fundador del grupo CoBrA, su obra fusionó poesía, pintura y fotografía en un lenguaje expresivo profundamente libre, simbólico y rebelde. Considerado un precursor de la modernidad artística, Lucebert exploró los límites entre palabra e imagen, entre lo humano y lo mítico.
La muestra recorre su trayectoria creativa entre 1964 y 1994, con una cuidada selección de dibujos, gouaches y pinturas realizados en España, país que marcó decisivamente su vida y su arte. Instalado en la localidad alicantina de Benitatxell desde los años setenta, el artista halló inspiración en la luz mediterránea y en su amistad con el pintor Antonio Saura, a quien consideraba su “alma gemela del norte”.
Lucebert fue también un fotógrafo intuitivo y poético. Sus imágenes —niños jugando, mujeres descalzas, campesinos anónimos— revelan una visión profundamente humanista, alejada de la técnica y próxima a la emoción. Como él mismo afirmaba, “fotografiar era una forma de dibujar”, un modo de captar los residuos del mundo y transformarlos en belleza.
Lubertus Jacobus Swaanswijk
Lucebert, seudónimo de Lubertus Jacobus Swaanswijk (Ámsterdam, 15 de septiembre de 1924 – Alkmaar, 10 de mayo de 1994), fue un pintor y poeta neerlandés perteneciente al grupo CoBrA. Figura crucial en la poesía neerlandesa de posguerra, fue autor de una obra plástica de gran creatividad y poder de fascinación. Su obra atraviesa por diferentes etapas: dibujos y pinturas realizados, en gran parte, en España entre 1964 y 1994. Practicó el dibujo y la pintura desde su infancia y en 1938 asistió como becado a la escuela de Artes Decorativas de Ámsterdam. Inicialmente fue conocido por su poesía revolucionaria, que sacudió el panorama literario europeo de la posguerra. Lucebert se unió al Grupo Holandés Experimental en 1949, formado por los artistas Corneille, Constant y Appel, y los poetas Kouwenaar, Elburg, Schierbeek y Campert. Poco después participó como poeta y junto a estos mismos artistas en la fundación del grupo Cobra en París. Su obra literaria alcanzó una gran difusión en Alemania tras su publicación en 1955.
El impacto de su poesía motivó que Bertolt Brecht le invitara a visitarle en Berlín Oriental. En sus inicios como artista plástico se sintió atraído por la obra de Picasso, Arp, Miró, y otros artistas vanguardistas. A finales de los 40 comenzó a realizar sus dibujos y gouaches de seres míticos, que presentan similitudes con los que aparecen en los cuadros de algunos componentes del grupo Cobra. En su obra se aprecia, como característica constante, un juego finamente poético de líneas y colores, de una gran libertad. En torno a 1960 empieza a imponerse en ella el lenguaje mitologizante de grupo CoBrA, inspirado en una figuración que le fascina y le recuerda de cerca el dibujo de los niños y el de los enfermos mentales. La obra de Lucebert nos muestra un mundo deforme y caricaturesco, visión demoníaca del nuestro y poblado de seres extraños, animales y monstruos.
A lo largo de los años sesenta sus trazos lineales evolucionan haciéndose cada vez más duros y agresivos. Lucebert retrata en este periodo, con crueldad implacable, un ser humano dominado porsus pasiones,sus miedos y sus obsesiones. Su obra plástica alcanzó una gran difusión internacional tras su participación en certámenes como la Documenta de Kassel, la Primera Bienal de París -donde fue premiado- y Vitalita nell’Arte, en Venecia, en 1959, y la International Exhibition de Pittsburgh en 1961. Posteriormente participó en diversas muestras que se presentaron en Alemania, Italia, Japón y otros países.
Lucebert realizó asimismo numerosas muestras individuales a partir de 1948 en diferentes galerías y museos europeos. En 1961 el Stedelijk Van Abbemuseum de Eindhoven le dedicó una gran retrospectiva, a la que siguieron las organizadas por el Stedelijk Museum de Ámsterdam en 1969 y 1987. En España su obra se expuso en la galería Juana Mordó de Madrid en 1977. Lucebert sintió una especial fascinación por España, sus gentes, idioma, arte y literatura. A partir de 1963 descubrió el campo alicantino y en 1970 construyó su casa-taller en la localidad costera de Benitatxell, donde residiría durante largas estancias, concentrado en su obra y viviendo en un relativo aislamiento. Solamente mantuvo contacto con algunos amigos, como Antonio Saura, que consideraba a Lucebert su alma gemela del norte.
Lucebert desplegó también una breve pero intensa trayectoria como fotógrafo. Lo hizo sin pretensión profesional. Sus imágenes nacen de la misma urgencia expresiva que alimentó su pintura y su poesía. Él mismo lo dijo: fotografiar era para él una forma de dibujar, una manera de registrar los “residuos” del mundo. Pero, lejos de lo anecdótico o lo accesorio, su obra fotográfica es profundamente coherente con su universo visual: el niño que juega en la calle, la mujer que camina descalza, el campesino con su carga, son figuras hermanadas con los personajes que pueblan sus lienzos y versos. Todos ellos expresan, desde la sencillez, una resistencia silenciosa, una humanidad sin ornamento. En el recorrido de la exposición se revela también el desplazamiento del autor: del testigo que observa con distancia en sus primeros viajes al cómplice que participa afectivamente del entorno, especialmente en su etapa en España, donde vivió largas temporadas desde mediados de los años sesenta. Esta evolución refuerza la impresión de que la fotografía, en manos de Lucebert, no fue un medio técnico, sino una herramienta de encuentro. Un modo de estar en el mundo.
Esta exposición, fruto del acuerdo entre la Fundación de la Diputación Provincial de Cuenca y la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, refuerza el papel de la Sala Princesa Zaida dentro del circuito de arte contemporáneo de la ciudad, y celebra la unión entre instituciones comprometidas con la difusión del arte europeo del siglo XX.
Una cita imprescindible para quienes buscan comprender la libertad creadora de uno de los grandes poetas visuales del siglo XX.


