Histórico Miércoles Santo en Cuenca en el que no salió el Silencio por culpa de la lluvia y el viento
“Ante las inclemencias meteorológicas, la previsión de lluvia para toda la jornada del Miércoles Santo y la alerta amarilla por viento, con rachas previstas de más de 80km/h, reunidas las hermandades que conforman el cortejo del Silencio y el presidente y vicepresidente de la JdC, se acuerda, por responsabilidad y seguridad: SUSPENDER la procesión del Silencio.
Desde la institución y hermandades quieren enviar un mensaje de ánimo a los hermanos y hermanas del Miércoles Santo. En estos momentos complicados, que nuestra Semana Santa siga siendo la forma de sentir que nos une”.
Con este comunicado de suspensión, hecho público al filo de las 13:30 horas, se certificaban los peores presagios para el Miércoles Santo conquense. En las iglesias de salida, donde las hermandades celebraron actos de veneración, recuerdo y homenaje en la tarde de ayer, el sentir general entre los hermanos de las siete hermandades que forman el cortejo del Silencio era el mismo: nadie recordaba una suspensión de inicio de la procesión del Miércoles Santo a causa de las lluvia. “Salvo la pandemia, yo no recuerdo haber vivido esto nunca” aseveraba Pedro Paños, conservador de la R. I. V. H. de Ntra. Sra. de la Amargura con San Juan Apóstol. “Tener que suspender al llegar a la Plaza sí, dos veces. Pero ¿no salir? Nunca en mis 70 años en la Hermandad” apostillaba. Tampoco José Bodoque, representante durante los últimos 25 años, recuerda haber vivido una situación como la de hoy. Y en San Pedro, el secretario de la V. H. Religioso-Benéfica de ex-combatientes de San Pedro Apóstol reconocía ante los hermanos que ésta es “la primera vez que activamos el punto de los estatutos que se refiere a qué pasa con la subasta si no salimos por lluvia”.
En un día sin duda excepcional para Cuenca y, sobre todo, para los hermanos del Silencio, la emoción estuvo a flor de piel y los momentos de recogimiento y veneración improvisados por las hermandades tuvieron en los templos un seguimiento masivo.
Los primeros en congregarse para venerar y despedir a su Titular fueron los hermanos de la Amargura con San Juan Apóstol en El Salvador. Les siguieron los hermanos del Huerto de San Esteban y El Prendimiento. Dirigidos por el párroco titular de San Esteban y vicario general de la Diócesis, Antonio Fernández, los hermanos ofrecieron al Señor el sacrificio de no salir a acompañarlo por las calles de Cuenca y rezaron en hermandad la oración que Él nos enseñó. Además, se bendijo el nuevo cordón que iba a estrenar el Jesús de la Oración, donado por una familia muy querida en la Hermandad. Finalizó la veneración con los banceros de ambas hermandades meciendo los pasos de olivo al son de Nuestro Padre Jesús, reproducida a través de megafonía.
Aunque quizá el momento más emotivo del Silencio se vivió en San Pedro, con el homenaje de la hermandad de San Pedro Apóstol al muy querido y recientemente fallecido Jesús Saiz. En una iglesia absolutamente abarrotada, primero fueron los hermanos del Stmo. Ecce-Homo de San Miguel quienes honraron a su paso, preparado para la ocasión y con la candelería encendida, cantando un sentido miserere en el que les acompañaron los hermanos de las otras dos cofradías.
Después llegó uno de los momentos de comunión y recuerdo más especiales: el homenaje del San Pedro a los fallecidos, muy especialmente a Jesús Saiz. Los banceros del San Pedro, meciendo con delicadeza y elegancia el paso, cantaron a coro La Muerte no es el Final, con los guiones de las tres hermandades presidiendo y la cabecera apostólica formada al completo. El acto terminó con la entrega de un ramillete a la familia de Jesús y con un fuerte aplauso a su memoria. La Hermandad ha hecho además pulseras conmemorativas con la frase ‘¡Somos los mejores!’, frase por la que Jesús era conocido entre sus hermanos.
Concluyó la jornada en San Pedro con el acto de veneración de la Negación. Su consiliario, Pedro José Ruiz, llamó a la unidad en la Semana Santa, sobre todo en momentos difíciles como este Miércoles Santo, para acto seguido dirigir para todos la oración que ya rezó para la Hermandad durante los actos cuaresmales. Tras la bendición, los banceros de la Negación mecieron el paso a hombro, con el amor de quien sabe que deberá esperar para hacerlo de nuevo un año, mientras sonaba Ter me negabis, el motete que deberían haber escuchado en los Oblatos.
Y en la Catedral, los hermanos de la Santa Cena vivieron una tarde de hermandad y encuentro, en la que los golpes de horquilla de los banceros resonaron por todo el Templo al bailar al voluminoso paso mientras sonaba Mesopotamia. También hubo momentos para el recuerdo de los hermanos difuntos en el último año y para disfrutar juntos del bocadillo y del gasto, al igual que en el resto de hermandades.
Porque la Semana Santa en Cuenca es eso: hermandad. Siempre hermandad. Sobre todo en esos momentos en que solo quien siente como un nazareno comprende lo que pasa en su corazón.
Galería gráfica: Águeda Lucas // Crónica: Berta López
Fuente y más información en www.juntacofradiascuenca.es